jueves, 28 de junio de 2007

INTRODUCCION

Es probable que el concepto de tiempo y periodicidad de los fenómenos naturales y ambientales date ya de la época primitiva. El calendario egipcio se inventó hacia el 4200 a. C. y el tiempo y la variación periódica de los fenómenos biológicos en la salud y la enfermedad ocupaban un lugar muy importante en las doctrinas de los médicos de la antigüedad. Estos conceptos fueros recogidos y ampliados con observaciones propias por los naturalistas griegos. Así, por ejemplo, Aristóteles y más tarde Galeno escriben sobre la periodicidad del sueño y la vigilia, centrándola en el corazón el primero y en el cerebro la segunda. Diversas situaciones nos recuerdan periódicamente la importancia de nuestros relojes biológicos internos. Los cambios de horario que tienen lugar en otoño y primavera son una muestra de ello. Los lunes nos levantamos una hora antes y sólo por ese día pensamos que la hora de la comida llega tarde, hasta que se ajusta nuestro reloj (Hincan, A y cols.,1964).

No obstante, a lo largo de la historia la aproximación científica a la naturaleza de los ritmos biológicos ha dependido de la disponibilidad de instrumentos de medición como el reloj, el termómetro, el electroencefalograma, etc.

El sistema circadiano es el conjunto de estructuras cuya misión consiste en organizar los ritmos de determinados procesos fisiológicos (Sokolow,M y cols., 1978). Este sistema consta de las siguientes estructuras: 1) el núcleo supraquiasmático (NSQ), 2) las vías aferentes, que conducen la información de señales externas al organismo u otras zonas del sistema nervioso al NSQ y 3) las vías eferentes, que acoplan el marcapasos con los sistemas efectores que producen los ritmos. . Los ritmos ultradianos son aquellos que tienen una frecuencia superior a la diaria, es decir, un período inferior a las 20 horas. Como ejemplos de ritmo ultradiano cabe citar el latido cardíaco y la ventilación pulmonar. Los ritmos infradianos son aquellos cuya frecuencia es inferior a la diaria, es decir con un período superior a las 28 horas, como es el caso del ciclo menstrual de la mujer. No es infrecuente que una misma variable biológica presente de forma simultánea ritmos de frecuencia diferente. Éste es el caso de la secreción pulsátil ultradiana de algunas hormonas, como el cortisol, que además siguen un ritmo circadiano de 24 horas.
Sin embargo, existen factores de la luz, el ruido y las fuerzas electromagnéticas, que actúan como sincronizadores en nuestra ritmicidad endógena, la cual puede variar desde componentes rítmicos de menos de una hora (ritmos ultradianos); de un día (circadiano); hasta los de una semana (circaseptano) (Zimmerman,JC y cols, 1983).

Existe en nuestro cuerpo un “Espectro de Ritmos” que pueden oscilar desde milisegundos (actividad eléctrica del Cerebro),como la temperatura y la tensión arterial sanguínea que aumentan o disminuyen a un ritmo de un día (ritmo circadiano).


Así como también los niveles de Cortisol poseen una ritmicidad circadiana con una fase en las primeras horas del día (01-03 a.m.) siempre y cuando el ser humano se encuentra a un programa de luz – oscuridad y de sueño vigilia. (Haus, E y cosl. 1980).

Todos los organismos tienen osciladores biológicos que gobiernan cientos de procesos metabólicos, celulares y de comportamiento. Algunas de las estructuras que generan esas oscilaciones funcionan como ‘relojes’ biológicos o marcapasos capaces de medir el tiempo. En los animales muchos de estos relojes se localizan en el sistema nervioso central. En los mamíferos constituyen un sistema complejo que consta de un reloj central y principal, situado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo (NSQ), y otros relojes, menos robustos, regulados por el principal y localizados en otras regiones cerebrales y en tejidos y órganos no neurales. Estos marcapasos endógenos o relojes biológicos controlan los ritmos de 24 horas y producen oscilaciones que permanecen constantes en su frecuencia. Deben distinguirse estos relojes biológicos de otros osciladores, también neurales, que utilizan los cambios en la frecuencia para realizar un control selectivo de los procesos que gobiernan. (Madrid, J. y cols, 2003).
Todo esto es parte de lo que estudia la Cronobiología que es la ciencia que estudia los mecanismos por los que producen los ritmos biológico; para su cuantificación y medición; se basa en la experimentación (Idem). Ésta moderna disciplina, tiene sus bases en los Estados Unidos de Norte América, en la década de los 50s; en el siglo pasado, principalmente con trabajos de Franz Halberg; quién con sus estudios en ratones, trabajó con el ritmo circadiano (24 hrs.) de los eosinófilos, en los que observó el aumento y la disminución, de éstas células sanguíneas, durante éste periodo. (Halberg. F y cols, 1980).

Por otro lado, la Hipertensión Arterial, es: la fuerza ejercida por la sangre contra cualquier, área de la pared arterial y se expresa a través de las diferentes técnicas de medición en la Presión Arterial Sistólica mayor de 140 mm de Hg y una Presión Arterial Diastólica mayor de 90 mm de Hg (Norma Oficial de Salud 2000). Ésta, es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad por sus efectos directos sobre el riesgo de presentar enfermedad cardiaca y vascular. Por lo tanto, es de gran importancia determinar, en cualquier paciente las cifras de tensión arterial (Honour, AJ y cols,1975).

La investigación clínica en el campo de la cronobiología de los mecanismos del enfermar cardiovascular y de los accidentes cardiovasculares ha experimentado un gran desarrollo en la última década. La distribución no uniforme, circadiana, del momento de inicio de las diferentes patologías cardiovasculares sugiere que existen desencadenantes de las mismas que muestran una organización temporal similar (Irving, JB y cols, 1974).


Los accidentes cardiovasculares más importantes, como isquemia miocárdica silente o sintomática (angina), infarto de miocardio y muerte súbita siguen un rítmo circadiano (concentración a primeras horas de la mañana), circaseptano (los primeros días de la semana en la población laboral) o circanual (sobre todo, en invierno). Se sabe que el infarto agudo de miocardio sigue una distribución estacional evidente, con un pico máximo de incidencia en los meses de invierno .
Uno de los hallazgos de mayor importancia clínica derivado de la monitorización ambulatoria del ECG durante 24 horas consiste en la constatación de una distribución circadiana espontánea del conjunto de los episodios isquémicos. Existe un pico en su incidencia entre las 08:00 y 10:00 horas y un segundo pico de menor magnitud entre las 16:00 y las 17:00 horas. La incidencia de episodios isquémicos durante la noche es la menor durante las 24 horas, en especial entre la medianoche y las 06:00 horas. (Cornellisen, cols,1987).
El estudio de los ritmos biológicos, fundamentalmente los hormonales, fue objeto de interés por parte de la endocrinología durante los años 70 y 80 (Czeister,CA.,1983). Dicho estudio tenía como objetivo profundizar en los mecanismos de regulación de los diversos ejes hormonales. Por otra parte, las variaciones de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial a lo largo del día y de la noche ya eran conocidas desde el siglo XVII, pero en los últimos años se ha abierto una nueva expectativa con el conocimiento de los ritmos biológicos, con significación cardiovascular (Klain, HK., 1978). El desarrollo de la cronopatología cardiovascular ha despertado el interés por el estudio de las bases fisiológicas y fisiopatológicas que subyacen a la morbilidad y mortalidad cardiovasculares. Asimismo, el conocimiento de los aspectos temporales de los accidentes cardiovasculares puede servir de base para un enfoque cronofarmacológico y cronoterapéutico que redunde en nuevos beneficios para la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares (Otsuka, K.,1997).